martes, 25 de enero de 2011

Ningún hombre es una isla...

Ayer viendo la TV, en un programa de esos dramáticos y melancólicos, la protagonista recitó un verso perteneciente a John Donne; es un verso bastante estimulante y me provocó compartirlo con ustedes.

Pero primero, veamos quién es John Donne: nació en 1572 y falleció en 1631. Se le conoció como poeta, prosista y clérigo inglés; como aspecto interesante en el mundo literario tenemos que el escritor Ernest Hemingway tomó un párrafo de las Devociones de Donne para encabezar una novela de sus novelas; así como también, usó una frase de dicho párrafo para titular esa novela: "Por quién doblan las campanas".

Ahora sí, he aquí sus hermosas palabras:

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?   

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

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